Violencia doméstica II. ¿Como huir?
En el artículo anterior, se describían rasgos comunes que moldean el prototipo de agresor, siguiendo las siglas, RAGE (enfado o ira en inglés).
Es frecuente que la situación de abuso se prolongue debido a la capacidad de autoengaño y negación de la víctima. Que a modo de sobrevivencia emocional, prefiere soñar en una posibilidad de cambio. Pero cuando ya va más allá de la sospecha, cuando ya se ubica y reconoce atrapada en la dinámica de resistencia-agresion, es cuando dará algún paso para romper su rutina. Entonces el agresor, amenazado de perder su control, reaccionará rápidamente (R), con aspereza (A), justificará su reacción culpándola a ella, ganancia (G), por haber “despreciado” o ignorado el ritmo o rutina al que él quiere ir (E).
Es preciso remarcar que una vez iniciada la huida, hay que actuar de manera firme hasta el final. No dudar en buscar ayuda profesional, protección policial, implicar a las autoridades judiciales pertinentes, etc. Porque una vez el perpetrador se sepa delatado, su ira no tendrá límites, va a tomárselo como una cuestión de orgullo, sin valorar riesgos ni consecuencias. Se calcula que cuando ya han habido amenazas de muerte, el riesgo a que se complete el crimen aumenta hasta un 75% más si la víctima lo delata e intenta el escape, que si “aguanta” o tolera el abuso. He aquí la importancia de identificar la situación tan pronto como sea posible. Es preciso actuar con cautela, diligencia y una gran convicción.
El mecanismo de defensa de los perpetradores, es por excelencia, la auto desconexión de su conciencia moral, la disociación o enajenación de sus propios sentimientos. Les caracteriza una incapacidad para la empatía. Por tanto muy raramente se sentirán culpables. Incluso una vez sentenciados y en la cárcel, lo único que lamentan es la pérdida de su libertad, pero no sienten remordimiento del mal causado.
No vale la ilusión de poder cambiar a alguien en nombre del amor. Se trata de comportamientos muy difíciles de reconducir y el círculo se repite. Hay que romper el silencio aprendiendo a identificar los rasgos de R.A.G.E. tan pronto como presintamos ver o vivir una relación enfermiza.