La prevención del suicidio a nuestro alcalce: Papel del sistema de salud
Profesor Titular de Psiquiatría. Director ejecutivo de salud mental en el Hospital Universitario Parc Taulí- Universitat Autònoma de Barcelona.
El suicidio es un problema de salud pública de primer orden en nuestro país, aunque la tasa española de 7,6 sea inferior a la media europea de 11,8 por 100.000 habitantes y año (INE, 2016). En 2016 fallecieron por suicidio en España 3.600 personas, 10 cada día, con una diferencia de género muy clara: la tasa de suicidio en mujeres fue de 3.8 y la de hombres 11,6 por 100.000 habitantes/año. A partir de los 65 años la tasa de suicidio en varones aumenta exponencialmente por encima de los 20 suicidios por 100.000 habitantes/año. Estas diferencias epidemiológicas son muy importantes en la elaboración de programas de prevención del suicidio efectivos.
Los factores de riesgo mejor documentados son la enfermedad mental, muy especialmente la depresión asociada o no al consumo de alcohol y, sobre todo, los antecedentes de tentativas de suicidio previas. Estos factores son problemas de salud prevalentes sobre los que tenemos la oportunidad de intervenir de forma eficaz para reducir el riesgo de suicidio asociado.
Situaciones sociales estresantes, generalmente asociadas a situaciones de pérdida o duelo y la dificultad para acceder a ayuda personal, son factores también muy relevantes cuando hablamos de riesgo de suicidio. Desde el sistema de salud las posibilidades de intervención sobre estos factores estresantes y la situación de apoyo social precaria son menores, pero no son desdeñables. Por ejemplo, la intervención efectiva en la gestión de enfermedades crónicas en las que el dolor es relevante. Nadie discute que, dentro de las estrategias efectivas desde el sistema sanitario, especialmente desde atención primaria, se debe incluir la evaluación sistemática del estado de ánimo y de la repercusión funcional de trastorno para poder aplicar soluciones efectivas.
Se considera que el nivel socioeconómico más bajo es un factor social de riesgo de menor impacto que la enfermedad mental pero como es más prevalente, el peso epidemiológico a nivel poblacional es similar. Está claro que intervenciones para mejorar la situación de pobreza, elevar el nivel educativo y facilitar el acceso al empleo en la población general -especialmente en varones con cargas familiares-, tendrían un impacto muy relevante en la prevención del suicidio a nivel poblacional.
Los suicidios pueden prevenirse (Fig.1) si los programas de prevención de suicidio incluyen acciones en distintos niveles y no se limitan exclusivamente al ámbito de la salud. La efectividad en la prevención del suicidio se consigue integrando diversas acciones desde el ámbito de la asistencia sanitaria de atención primaria y especializada, y también desde la salud pública, con estrategias que deben integrarse en todas las políticas públicas (OMS, 2014).
Figura 1: Los suicidios pueden prevenirse adoptando un enfoque multisectorial integral (OMS, 2014)
Los dos ejemplos más destacados y con evidencias favorables en la prevención de la muerte por suicidio, son el programa europeo European Alliance Against Depression (EAAD) y el norteamericano Zero Suicides. En el programa EAAD una de las estrategias más importantes es la de mejorar la calidad del tratamiento de la depresión en atención primaria con la participación de los especialistas en salud mental, tal y como se propone el programa INDI. La otra es la de asegurar que los pacientes que sobreviven a una tentativa de suicidio, tengan la oportunidad de acceder a un tratamiento especializado continuado. El Código Riesgo Suicidio Catalunya, asegura esta acción eficaz de prevención de suicidio en personas con mayor riesgo de forma equitativa.
El programa norteamericano «Zero Suicides» es más complejo y contó con una gran dotación de recursos, pero demostró que era posible reducir la mortalidad por suicidio en una comunidad que se lo propone, como ocurrió en Detroit entre los años 2000 y 2010 alcanzando el valor cero durante muchos meses (Figura 2).
Figura 2: Evolución de las tasas de suicidio Programa Zero Suicides en Detroit (2000-2010).
BHS-HFHS: Servicios de Salud del Comportamiento del Sistema de Salud Henry Ford. Hampton T. et al; JAMA, 2010.
Los profesionales de la salud tenemos un reto a nuestro alcance: reducir los fallecimientos por suicidio aplicando la evidencia científica disponible. En nuestro medio esto supone:
- mejorar la detección y el tratamiento de la depresión en primaria, como el programa INDIde gestión de casos por enfermería, ha demostrado que puede hacer, incorporando entre otras cosas,el rol de la enfermera gestora de casos;
- mejorar la aplicación del programa Código Riesgo Suicidio que ha desarrollado el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya, que asegura una visita priorizada por el especialista en salud mental a todos los pacientes en los que se detecta un riesgo alto (en la mayoría de los casos a partir de una tentativa de suicidio atendida en urgencias) y refuerza la continuidad asistencial mediante un contacto telefónico (desde la consulta especializada de salud mental).
Actualmente más del 70% de los fallecidos por suicidio no han tenido la oportunidad de recibir una atención psiquiátrica y psicológica adecuadas. Los equipos de atención primaria tienen la oportunidad de mejorar la detección y cooperar en el seguimiento de los pacientes en riesgo, reduciendo la fragmentación asistencial en la que muchos pacientes pueden quedar fatalmente atrapados. La integración de los profesionales de salud mental en los equipos de primaria, es una oportunidad para mejorar de una vez por todas los resultados en salud sobre depresión y riesgo de suicidio.
Pero el otro elemento esencial en el abordaje del riesgo de suicidio es la mejora del conocimiento social sobre depresión y suicidio. Las personas con ideas de suicidio tienen que saber que, en la gran mayoría de los casos, se trata del síntoma de un trastorno mental, que puede recibir ayuda y prevenir cualquier complicación.
La muerte por suicidio puede prevenirse si se aplican intervenciones multinivel que incluyen, por un lado, la mejora de la autodetección y la búsqueda de ayuda de las personas afectadas y, por otro, la accesibilidad total y la continuidad de la ayuda especializada desde los servicios de salud.
Bibliografía: