Nuestras emociones y la guerra de Ucrania
La invasión de Ucrania sacude a Europa, y su repercusión en nuestras vidas la vemos en los precios de los alimentos, los carburantes y la energía. Y en el miedo. Muertes, precios, represalias de Rusia contra Europa; se están matando a civiles; millones de personas forzadas a abandonar sus casas. La guerra tendrá consecuencias que todavía no podemos empezar a comprender. ¿Cómo hacer que no se disparen los pensamientos y nuestra vivencia del conflicto pase factura a nuestra salud?
Sentir miedo es un mecanismo natural adaptativo. Nos ayuda a protegernos. Por tanto, no debemos crear una resistencia, suprimir ni controlar el miedo, sino observar momento a momento lo que ocurre en nuestro cuerpo y tomar conciencia de nuestra experiencia interna: las sensaciones que tenemos.
De la misma forma que al inicio de la pandemia recomendamos dosificar la información recibida, ahora también hay que evitar la sobreinformación, porque aumenta la angustia de forma innecesaria. Hay que seleccionar los canales por los que queremos informarnos, teniendo en cuenta que a algunas personas les puede generar menos malestar leer noticias que ver imágenes del conflicto en televisión. Y es recomendable elegir uno o dos momentos al día, como máximo, para informarnos.
Los medios no preparan las informaciones para una audiencia infantil, por eso, a los niños deberíamos dedicarles un tiempo para hablar de ello, y estar pendientes cuando son ellos quienes nos lo piden. Hay que escucharlos y entender qué están interpretando y cómo lo están viviendo, dejando espacio para que nos hagan preguntas. Será muy bueno hacer hincapié en explicarles cómo se intenta resolver la situación, porque de eso también ellos podrán aprender. Y si se hacen campañas de ayuda, en la escuela, o en el vecindario, aprovechar para hacerles sentir que los adultos de todo el mundo hacen lo posible para ayudar a las personas de Ucrania, y hacer que el problema se acabe pronto.
De la misma forma que elegimos dónde informarnos, también hay que seleccionar con quien hablamos, para evitar que su reacción nos genere más malestar. Hay que evitar esparcir rumores e informaciones falsas -que no hayamos podido contrastar-, para no sufrir ni hacer sentir en nuestro entorno preocupaciones innecesarias. Y es bueno también verbalizar todo lo que nos genera malestar, y el significado que le damos. Ésta es una oportunidad para aprender más cosas. Se trata de un problema que nos afecta a todos y podemos aprovechar para sumar esfuerzos y generar un mejor cambio.
Practicar la relajación, la meditación, las actividades con amistades y familiares, el ejercicio físico, así como descansar bien, no cambiará la realidad, pero puede ayudarnos a sentirnos mejor, a pesar de la adversidad.
Cuando nuestro estado emocional o el de los niños dificulte seguir haciendo con normalidad las actividades habituales, si se está irritable y de mal humor, con más cansancio, más aburrimiento, si se tiene mucha más hambre o nada, o si se duerme mal, deberá considerarse buscar ayuda profesional, que nos dará herramientas para afrontar la situación. El Colegio Oficial de Psicología de Cataluña pone a disposición de todos un directorio de profesionales con sus especialidades. Para las personas con menos recursos, se puede consultar la PsicoXarxa solidaria que concierta visitas a 10 euros, o bien el médico de cabecera puede derivar a la red pública de salud mental.
La Dra. Capdevila ofrece acompañamiento y psicoterapia en situaciones de crisis. https://www.conniecapdevila.com/